miércoles, 13 de enero de 2010

Barcelona, o la identidad de un campeón 2/2

Por: Juan Diego Rey

Generalmente, cuando el éxito visita a un equipo de fútbol, los jugadores se llevan la gloria. Los medios hablan de la calidad técnica del 10, de la capacidad goleadora del 9, de lo fuerte de un defensa, o del rol del portero. Cuando el fracaso es el huésped de la casa, es el técnico el que paga con su cargo, con su honra… Es el único culpable, y en ambientes futboleros como el ecuatoriano, el entrenador perdedor no aguanta las tres fechas de derrota…

En este post, le rendiremos homenaje a quien ha sido capaz de articular un equipo de estrellas, pero sobre todo, de 11 hombres que han entendido más que ningunos otros el valor del juego en equipo. Grandes jugadores, pero con un gran técnico.

No haremos aquí una revisión histórica de su trayectoria como jugador. Hablaremos del carácter del técnico. ¡Qué carácter! El primer mensaje que envió a sus jugadores dice mucho de su filosofía. No mucho, todo… “Les perdonaré que se equivoquen, pero nunca que no se esfuercen”. La lógica del esfuerzo y del trabajo duro es la que prima en este catalán nacido en 1973. Y esa lógica se trasluce en el juego, en cada toque, en el respeto ritual que cada pieza del engranaje culé rinde a su función

Guardiola fue un jugador exquisito, de una técnica de manual. La aprendió en La Masía, la escuela de fútbol del F.C. Barcelona. El trabajo duro y la disciplina que impone en el Barcelona no significó quitar la creatividad ni la chispa de jugadores como Xavi, Iniesta o Messi. Al contrario, como a los creativos de las agencias de publicidad o a los investigadores, a estos se les paga por pensar, por crear, por romper las cuadrículas y hacer visibles las jugadas que uno solo cree posibles en la PlayStation o en los sueños más locos. Una vez más, lo que es Pep Guardiola, lo que piensa Guardiola se traduce en su juego. El pasaporte de Guardiola y su ADN se convierte en juego, en pases, en goles, en copas, en leyenda…

Alguna vez, la chequera del Real Madrid quiso comprar a Guardiola. Fichar por el Madrid sería absurdo” dijo, este hombre de sangre azul… y roja. Otra perla: Ganar al Madrid me da morbo…

Otra vez volvemos a la palabreja culpable de todos los éxitos del Barcelona: IDENTIDAD. Este motivador ha logrado que sus jugadores crean, se convenzan que no hay nada mejor que ser del Barcelona…

Guardiola también es franco y directo, tanto que a veces molesta a quienes prefieren la delicadeza de los pétalos de la hipocresía a la aspereza de la lija de la sinceridad. Lo demostró cuando casi “sacó” del equipo a Etó’o. Y asumió la responsabilidad aunque el mundo se le fue en contra. “Puede que me equivoque, pero estoy aquí para tomar decisiones”. Y una vez más tuvo razón.

Se ha demostrado que muchas veces, la tumba de los equipos es la acumulación de estrellas. Los grandes jugadores suelen imponer sus condiciones en el vestuario, a veces forman “sindicatos mafiosos” que imponen decisiones a los técnicos. La afición, al ver a su equipo como una constelación, empieza a exigir, a demandar, a presionar. Y cuando los resultados no llegan, llega la desesperación, el resentimiento y el odio al técnico. La multitud exige la crucifixión del Barrabás de turno, y los medios hablan de lo mal que lo hizo, de lo mal que planteó los partidos. Guardiola tuvo esa magia. Demostrar que el que manda en el Barça de las estrellas es él. Que el que impone las condiciones es él. Con una idea clara, con una voluntad férrea, y con galones de aceite para que resbalen los comentarios de los periodistas deportivos, lo ha logrado. Ha logrado lo que nadie. La derrota es huérfana, el éxito tiene muchos padres. Démosle el crédito a quien merece una buena tajada de él. El entrenador. El que, si hubiera perdido un poco, estaría en la anécdota irrelevante.

Más allá de la polémica, sus títulos hablan por él. Sus logros gritan más que lo que pueda decir en una rueda de prensa. Josep Guardiola, culé y catalán hasta la médula… Trabajador, ganador, polémico… Histórico, legendario…

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